Si estuvierais de viaje y no encontrarais un escribano, podéis tomar algo en garantía1. Pero si existe una confianza mutua, no hacéis mal en no poner por escrito la deuda ni tomar una garantía, y tened temor de Dios. Que nadie se niegue a prestar testimonio cuando sea convocado, porque quien lo oculta tiene un corazón malvado. Y Dios sabe cuanto hacéis.